Maflow: Llega la fabricación con impresora
Introduce esta tecnología para pequeñas series y personalizaciones y la compartirá con otras empresas que la necesiten y con centros de formación.
Maflow no se puede quejar.
La fabricación de los manguitos del aire acondicionado que llevan los coches va mejor que nunca.
A pesar del parón de primavera por el confinamiento, la demanda vuelve a crecer, ha conseguido un pedido importante para Inglaterra y va a acometer una ampliación para poder fabricar por sí misma las tuberías de aluminio que ahora le suministra otra empresa de su grupo, la multinacional polaca Maflow Boryszew. Pero también ha comenzado a elaborar líquidos refrigerantes e hidrogeles, donde tiene importantes expectativas comerciales.
La fábrica parece dispuesta a aprovechar cualquier oportunidad que pueda proporcionarle su grupo pero su última iniciativa es muy distinta: la producción de pequeñas series con impresoras industriales 3D que también pondrá al servicio de otras empresas y de los centros de formación, para que Cantabria sea pionera en sacar al mercado jóvenes formados en la tecnología que viene.
En noviembre, y después de una inversión de algo más de dos millones de euros, Maflow abrirá una nueva línea de fabricación en una nave contigua que ahora está acondicionando. La planta de Guarnizo ha conseguido que su grupo le confíe la fabricación de las tuberías de aluminio que ensambla con los manguitos de caucho para hacer los circuitos del aire acondicionado de los coches. Esa nueva actividad aumentará sensiblemente el valor añadido de sus componentes y dará lugar a la contratación de 30 personas más, de forma que su plantilla llegará a 170 trabajadores.
El director general de la empresa, Marcos Díaz, reconoce que llevaban mucho tiempo insistiendo a la matriz con este proyecto y que para conseguirlo no solo han bastado los méritos de la empresa, que es la más productiva del grupo. También ha ayudado la buena marcha de la multinacional a la que pertenece, al haber sido elegida recientemente por varias marcas de automoción para nuevos modelos, unos contratos que aseguran la cartera de pedidos a largo plazo.
Dentro de la fábrica se han instalado dos grandes máquinas de Hewlet Packard para imprimir en tres dimensiones que nada tienen que ver con las 3D habituales, ni en tamaño, ni en aspecto ni en el modo de fabricación, que no está a la vista. Las piezas surgen dentro de unos contenedores negros cargados de un polvo blanco micronizado de poliamida (el utilizado en el nailon) que se va compactando por calor y reactivos hasta adoptar la forma de los planos que se han introducido en su ordenador. En función del tamaño de las piezas, puede hacer una sola, si es grande, o cientos de ellas a la vez. Las máquinas pueden fabricar, incluso, una pieza dentro de otra, algo que con la tecnología convencional es imposible.
La fusión del polvo de poliamida da lugar a una pieza gris oscura que, en función del uso que vaya a tener, puede ser utilizada tal cual, pulida o pintada.
La fábrica ya emplea algunas piezas que han salido de estas impresoras tan especiales, pero la capacidad de las máquinas excede sus necesidades y ha decidido compartir esta tecnología para que otras empresas cántabras puedan servirse de ellas y, sobre todo, para abrir una nueva línea de formación profesional para los jóvenes de la región.
Dado que la fabricación aditiva ha venido para quedarse, ya sea para la producción de pequeñas series o para personalizar los productos, Díaz cree que formar especialistas será una oportunidad para crear en Cantabria un auténtico ecosistema 3D. Una apuesta estratégica, en su opinión, porque la demanda de piezas impresas está creciendo deprisa y será mucho más alta cuando este tipo de fabricación se generalice en muchos sectores industriales, donde pronto comprobarán que también contribuye a reducir los costes de desarrollo y producción.
La tendencia hacia un consumo de productos cada vez más diferenciados e incluso personalizados es la muestra más evidente de que las impresoras 3D se harán un hueco en casi todas las fábricas y Maflow se muestra dispuesta a formar a quienes las manejen.
Maflow Spain Automotive llegó Cantabria en 1994 como Dinaflex, de la mano de un empresario italiano especializado en componentes de caucho para automoción que la vendió en 2003 a un fondo de inversión, cuando ya llevaba su apellido, Manuli. En 2009 entró en situación concursal y la adquirió el grupo polaco Maflow-Boryszew, líder mundial en la fabricación de tubería de aire acondicionado, mangueras para sistemas de dirección asistida y distribución de productos líquidos para automoción marca Borygo. El grupo cotiza en bolsa y su principal accionista es el magnate Roman Karkosik.
Fotos: María Casuso